Marx y la política económica

Artículo en la revista Noticias de Política Económica, número 22 (V Aniversario), Universidad de Valencia, diciembre de 2018

La política económica[1].

Son muchas y variadas las definiciones de política económica en la actualidad, pero todas ellas transmiten la idea de que la política económica consiste en la voluntad de incidir en las variables económicas por parte de las instancias políticas dirigentes de una sociedad, en concreto, aunque no exclusivamente, por parte de los Estados[2], Y también comprende la disciplina encargada del estudio de esta rama de la actividad pública[3]. Otras definiciones más académicas, por ejemplo,  la del catedrático italiano F. Forte -consiste en el uso por parte de distintos centros de poder de los medios de acción sobre el proceso económico con el propósito de conseguir fines dotados de valor político[4]-, o el economista francés B. Guerrien  – rama de las teorías económicas que trata de las diversas maneras como el Estado puede intervenir para incidir en la economía[5]-, no cambian sustancialmente el sentido actual de esta disciplina, y la percepción de la misma por los estudiosos  de estas cuestiones  permanece también en la misma línea.

Es difícil, sin embargo, separar la política económica (PE) del resto del pensamiento económico. Prácticamente desde que se encuentra alguna reflexión económica en la historia, aparece unida al afán por afectar a los aspectos económicos de la realidad a la que se refiere. El interés por entender el funcionamiento económico del mundo, y especialmente el de los dirigentes de toda sociedad, reside en el deseo de manejar las variables económicas para lograr los objetivos deseados. Porque casi todo comentarista de los hechos económicos acaba por evaluar estos en relación con unas ideas de lo que sería deseable y, más o menos explícitamente, recomendando líneas de actuación para lograrlo. Casi siempre, partiendo de una percepción de la realidad existente según el analista –el diagnostico-,  se trata  de mejorarla hacia situaciones más favorables –el tratamiento- también según los valores del cronista.    Líneas de actuación que debe implementar generalmente una entidad con poder para ello, sea esta el jefe de la tribu, el faraón, el señor feudal, el soberano o las múltiples instituciones públicas que conforman el Estado moderno. Y esto no cambia con la consolidación de la disciplina de la economía como conocimiento autónomo en los siglos XVII- XVIII, con los que hoy conocemos como los Clásicos.

 

La diferenciación entre  la teoría económica y la política económica se debe más a la  arbitraria separación de cátedras en los estudios de economía y a la consiguiente especialización de sus profesionales que a la sustancia del pensamiento económico.  De hecho, es difícil encontrar un texto de ‘teoría económico’ que no termine con prescripciones de política económica. Aunque se admita por un momento un enfoque más positivo y se considere que la distinción entre la teoría y la política económica sea debida al avance de la disciplina que ha ido exigiendo un tratamiento más profesional y especializado en cada uno de sus aspectos, aun así, la vinculación entre teoría y política sigue siendo muy estrecha y la distinción entre ambas ardua. Creo que durante muchos años el pensamiento económico y las recomendaciones de actuación han estado unidas en el desarrollo de esta disciplina. Cualquier lectura de reflexiones económicas de la antigüedad, así como una somera revisión de los Clásicos, lo confirma.

 

La naturaleza capitalista de la política económica

 

Cuando Keynes, en el siglo XX,  teoriza y racionaliza el papel de las administraciones públicas, lo hace con la voluntad explícita de resolver los graves problemas que planteaban las sociedades capitalistas de su época y de evitar que estas se inclinaran hacia el socialismo[6].  Su importante papel como agente promotor/creador de la moderna política económica está anclado en hacer viable el mantenimiento del sistema, de modo que la política económica en nuestra época – tanto en el corto como en el largo plazo- se interpreta como una parte de la disciplina y el pensamiento económico desde las sociedades capitalistas,  orientada a mantener, desarrollar y, según qué criterios, mejorar estas sociedades. Se hace explícita, se reconoce y se eleva a nivel académico una práctica que viene de antiguo. Gradualmente se desarrollaron unos cánones  específicos para evaluar la evolución de estas sociedades en el corto plazo –crecimiento, equilibrio externo, precios estables, distribución de rentas –, y otros para evaluar las pautas a plazo más largo – producción, productividad, competitividad, innovación, desarrollo tecnológico  y otros- que permitían calibrar el desarrollo de un país como más o menos satisfactorio.  En los años cincuenta y sesenta del siglo XX algunos autores trabajaron mucho en el tema de la política económica  intentando establecer  para ella criterios más objetivos y cuantitativos, formalizando la disciplina, con vistas a planificar el desarrollo  económico – Jan Tinbergen, primer premio Nobel de Economía y la escuela holandesa- desde una óptica socialdemócrata, pero siempre en el marco de sociedades capitalistas.  Y, por lo menos en el mundo occidental, las sociedades denominadas socialistas existentes desde 1917, fueron evaluadas siguiendo los mismos parámetros de las sociedades capitalistas. Como es lógico, en el siglo XXI, a pesar de la potencia del neoliberalismo y su punto fundamental del papel  negativo del Estado en la economía  (nunca realmente llevado a la práctica en su integridad y en la práctica  reinvertido totalmente con la crisis de 2007) las premisas de evaluación de la orientación  de una sociedad  no pueden ser otras que las del capitalismo. La principal referencia de la política económica consiste en evaluar la trayectoria de las sociedades en el marco del sistema capitalista, tanto en los modelos socialdemócratas como neoliberales. Por lo que evaluar una PE de una sociedad capitalista, siguiendo el paradigma marxista sólo podrá seguir una línea crítica, pues son distintas las sociedades que se persiguen.

Una minoría heterodoxa

 

Entre la minoría de autores que no han enfocado su análisis a la recomendación de  líneas específicas de actuación, se encuentra precisamente Carlos Marx. Porque su interés no estaba en absoluto dirigido a mejorar en su misma esencia (en términos positivos) la sociedad cuya evolución  pretendía desvelar,  sino que su objetivo era descubrir las leyes que dirigían su desarrollo. Y, en su análisis, llegaba a la conclusión que esta sociedad caminaba inexorablemente a su destrucción. No sólo esto, sino que lo que percibía en ella era tan negativo que llegaba a considerar positivo su derribo, como  preludio del comienzo de una nueva era de sociedades totalmente diferentes.

 

Por ello no se pueden encontrar  en Marx aspectos de política económica para las sociedades existentes como recomendaciones positivas. No sólo no tenía ninguna disposición para regenerar las sociedades capitalistas que estudiaba, sino que de su análisis se desprendía que era imposible una mejora permanente de las mismas. Su interés residía en desvelar las leyes de evolución de las sociedades capitalistas y en su análisis se descubría que estas  caminaban inevitablemente a su desaparición.

 

Marx preveía y aspiraba al establecimiento de sociedades no capitalistas. Aun así  escribió muy poco acerca de cómo habría de ser tal sociedad futura. Su planteamiento se limitaba a las grandes líneas: basada en ‘una sociedad de productores asociados’, también consideraba que habría de ser una sociedad ‘de cada uno según su trabajo a cada uno según su necesidad’, y para llegar a ello  planteaba ‘la dictadura del proletariado’  con un Estado fuerte, aunque preveía que el Estado desaparecería a largo plazo. Ideas centradas en aspectos muy generales y que requerían grandes cambios del sistema político y social más que líneas  concretas de actuación económica. Además, si pensaba que las sociedades del futuro deberían estar reguladas participativamente por sus habitantes habrían de ser ellos quienes establecieran las normas según las necesidades y deseos de cada momento y no ser dictadas en detalle por algún sumo sacerdote por ilustrado que fuera.   A pesar del peso de los análisis económicos en su obra, Marx era más un filósofo y un político social de la  época de los Clásicos y no un economista  ‘práctico’ de las escuelas posteriores.

No obstante, de su trabajo se deduce que las sociedades distintas que planteaba no estarían basadas en la propiedad privada, ni operando bajo la égida de los mercados capitalistas sino reguladas por los ‘productores asociados, libres e iguales’,  acorde a las necesidades y deseos de la población, con una distribución de la riqueza social no vinculada directamente al trabajo realizado. Igualitarias, participativas. Lo que implicaría orientaciones radicalmente distintas a las que hoy conocemos como medidas de política económica.

Por tanto, la política económica necesaria para construir nuevas sociedades socialistas y, sobre todo comunistas, en el sentido de Marx, se parecería muy poco a la del capitalismo. Desgraciadamente las experiencias reales que han intentado construir el socialismo no han podido, se han visto obligadas,  o no han querido, transitar por las líneas deseadas y, exceptuando el primer periodo tras la revolución de octubre en 1917 en la Unión Soviética, se han dedicado más a lograr el crecimiento y la sobrevivencia  de sus países  que a avanzar hacia una sociedad socialista. Por lo que poco podemos concluir no ya  acerca de la política económica propugnada por Marx, que como acabamos de decir, era muy general y somera, sino también acerca de los intentos reales de construcción del socialismo.

No esperemos que el paradigma marxista nos diga cual habrá de ser la PE de las sociedades no capitalistas. Esta se habrá de ir  diseñando y realizando por los productores libres e iguales a medida que la sociedad avance hacia sociedades justas y armónicas,  participando en la construcción de las sociedades de su época.

De la crítica de la economía política a la política económica

A través de su análisis crítico de la sociedad capitalista, Marx se dedicó  a intentar desvelar las leyes de evolución de la  misma. En relación con esta tarea sí que proporcionó abundante material  para facilitar el análisis de a donde conduce la política económica en el capitalismo. Se pueden destacar algunos puntos importantes de esta crítica:

.el objetivo de la actividad económica: la obtención del beneficio para los propietarios del capital, de los recursos económicos, en lugar del bienestar general. De esto se desprenden todas las demás consideraciones críticas,

. en la sociedad capitalista se perciben dos situaciones distintas de las personas desde el punto de vista económico: aquellas personas que son propietarias del capital, de los recursos que facilitan la producción de la riqueza material –los capitalistas- lo que les permite tomar las decisiones acerca de cómo emplear su riqueza y apropiarse del excedente producido-,  y quienes no tienen riqueza  y su principal medio de sobrevivencia material reside en la venta de su fuerza de trabajo- los trabajadores-. Esto da lugar a una sociedad de clases en que la situación de las personas depende de la clase en que están situadas y su lugar en ella,

. la propiedad privada del capital y su concentración en pocos agentes lleva a que las decisiones económicas y, en muchas ocasiones las sociales y políticas, sean tomadas exclusivamente por los propietarios del capital. Los no propietarios son únicamente agentes pasivos que lo más que pueden hacer es intentar ajustarse a las decisiones tomadas por los primeros, especialmente para la consecución de un empleo que les permita ganarse la vida. La realización de un trabajo según las decisiones de los propietarios de las empresas es todo el margen de que disponen,

. la necesidad de apropiarse de la plusvalía generada por los trabajadores. Lo que lleva a estudiar todo lo respectivo al mercado de trabajo, la jornada de trabajo, los salarios, las condiciones laborales,

. debido a la imprescindible e inevitable necesidad del capitalismo a la expansión, a través del colonialismo y el imperialismo supone la explotación de los países periféricos (o mejor de las clases subordinadas de los países periféricos) a favor de las burguesías de los países centrales (y algunas capas de trabajadores privilegiados) y la  configuración del mundo siguiendo las estructuras capitalistas (actual globalización).

. la economía  capitalista ha facilitado el desarrollo del capital financiero que ha llegado a cotas de magnitud y poder que suponen el control y dominio de la economía global.

. una economía capitalista desarrolla contradicciones importantes que en el tiempo  conducen inevitablemente  a las crisis económicas.

.una economía capitalista irá cambiando su política económica según se lo exijan las condiciones  de su evolución. Por ello, en la actualidad sigue la política económica neoliberal que es la que le permite obtener más y mejor  los beneficios necesarios para su expansión y sobrevivencia.

. la economía capitalista actual supone una gran concentración de la riqueza y la actividad económica en forma de grandes oligopolios globales y cadenas de valor internacionales que permiten concentrar también cada vez más la actividad económica,  los beneficios y las decisiones  en pocas manos. Al mismo tiempo genera una gran desigualdad con el resto de la población y causa la pobreza.

Se acusa mucho a Marx de haber olvidado grandes facetas de lo que constituye la sociedad. Y expandiendo  dichas carencias a todo su sistema se da por inválido su análisis. Pero no debería haber  inconveniente alguno en aceptar este tipo de carencias del enfoque marxista, ni siquiera otras que pueden estar más vinculadas a la lógica de su sistema –el eterno debate sobre la transformación de valores en precios, por ejemplo- por dos razones. Una,  debido a la crisis de 2008, se ha llegado a aceptar que Marx explica mejor que ningún otro análisis alternativo la dinámica de los aspectos fundamentales del  sistema capitalista desde su origen a la actualidad, aunque no trate de todo el universo al que este afecta; y dos, porque siendo una persona de su tiempo, estaba sujeto a la percepción de la sociedad de su época , y estaba preocupado sólo por unas relaciones específicas –el sistema de producción del capital-, pero sin dotes visionarias ni, probablemente, interés por el desarrollo de otros aspectos[7].

Como señala Harvey:’ El [Marx] examinó cómo funciona el capital en lo que él consideraba su estado “puro”. El hecho de que Marx excluyera tanto en su obra magna no debe entenderse como que para él la relación con la naturaleza, las particularidades de los arreglos en la distribución y el mercado o las singularidades de la elección humana fueran características irrelevantes o siquiera mínimas de un sistema social. Sus trabajos históricos y políticos sugieren exactamente lo contrario. Pero el escenario teórico que él escogió explorar en El capital, y que engloba su teoría de la tasa de ganancia descendente, está más restringida’[8].

 

Es verdad que faltan cosas importantes en el enfoque marxista, pero ello no elimina la potencialidad de su metodología para analizar incluso aspectos  no considerados plenamente  por Marx, dado que al tratar de los elementos fundamentales de la dinámica del sistema hace posible utilizarlo  para estudiar otros aspectos distintos del mismo sistema. Como lo prueban los muchos autores que han ampliado  el marxismo en aspectos someramente tratados por Marx, que han completado el paradigma marxista. Por ejemplo:

 

. el tema del imperialismo, colonialismo y globalización, tratado por Lenin, Rosa Luxemburg, Hilferding y actualmente por autores como Samir Amin y muchos otros.

 

. del tratamiento de Marx de la naturaleza se pueden deducir las líneas fundamentales de la expropiación de la naturaleza, como lo han demostrado autores como Sacristan, Foladori, John B. Foster y otros muchos.

. partiendo del paradigma marxista se puede desarrollar una explicación completa que analice la situación y el papel de la mujer en el sistema capitalista, como lo hicieron Kolontai y  Zetnik en los albores del marxismo y una multitud de autoras en la actualidad.

.del tratamiento de Marx de la acumulación primitiva se ha derivado lo que hoy se denomina ‘la desposesión’  desarrollada principalmente por Harvey

. y otros autores que han desarrollado otros temas y seguramente otros más que aparecerán en el futuro.

Partiendo de estas y algunas otras características  del capitalismo se perciben las grandes líneas de evolución del sistema capitalista y hacia donde pretenden dirigirlo y es posible evaluar su política económica y sus consecuencias. La capacidad crítica del marxismo es fundamental para entender la sociedad capitalista y, en particular, la sociedad capitalista actual y las principales líneas de su probable evolución. Por ello tendría que ser parte principal de la enseñanza de la Economía en todos los medios donde esta tiene lugar.

 

Es en este ámbito donde el marxismo presenta una amplia y muy rica gama de posibilidades de realizar la crítica de la política económica como instrumentos conducentes a un tipo de sociedad específico y con consecuencias distintas según la clase social a la que se pertenezca. El marxismo es un potente instrumento para entender las orientaciones profundas de las medidas de política económica en el capitalismo y sus consecuencias, es útil para hacer una crítica de cómo la PE va dirigida a lograr los objetivos del capital,  pero no es un instrumento dedicado a marcar las líneas a seguir en el desarrollo de una economía no capitalista.

La política económica no es neutral

Hay que tener en cuenta que en cualquier apreciación de la PE quedarán patentes los distintos enfoques con que se contempla la realidad económica y los juicios de valor que rigen su evaluación.  Ya se ha señalado que las  diversas variantes de la política económica actual corresponden a las necesidades de gestión de las sociedades capitalistas.  Mientras que para la disciplina económica convencional una medida específica puede conducir a desarrollar unos aspectos que unos valores juzguen positivos,  pueden  ser negativos para otros. Por ejemplo, medidas que lleven a  intensificar el ritmo de trabajo y por tanto a aumentar la productividad del trabajador, y a valorarlas como muy positivas desde el punto de vista de la empresa y el crecimiento económico,  es muy posible que en una valoración crítica tales medidas  conduzcan  a incrementar el ritmo de trabajo y la explotación siendo, por tanto,   valoradas como instrumentos negativos  para el bienestar del trabajador ,  con un juicio (de valor) muy distinto del que surge de una consideración de la economía convencional.

Sin embargo, respecto a la política económica en los ambientes profesionales, con frecuencia se considera que determinadas medidas conducirán a unos resultados específicos, por lo que se puede hacer una evaluación ‘técnica’, algunos dirán que ‘profesional’ de la PE, independientemente de cual  sea el paradigma analítico del que se parte. Pero no es así y tal enfoque es erróneo. Por una parte, es bien sabido que existen múltiples interpretaciones ‘técnicas’ de las relaciones entre las variables económicas dentro de la propia economía convencional  – no son los mismos los resultados esperados de la política monetaria o fiscal para el esquema keynesiano o para el neoclásico- , pero, más importante para nuestro objetivo en este breve artículo, distan mucho de ser los mismos los valores que marcan una determinada evaluación  de la política económica según el modelo de sociedad que se persigue y el paradigma base del análisis. En una sociedad capitalista los objetivos, los instrumentos, la valoración del impacto de los mismos, son percibidos, diseñados y evaluados según dicho marco. Si se pretenden evaluar dichas prácticas según los objetivos de una sociedad distinta,  que tienda a los valores socialistas, comunistas o comunales, muy probablemente el diseño y orientación de la política económica tiene que ser  radicalmente diferentes.

Lo que pasa a veces  es que los economistas de esta sociedad, hacemos una revisión de la PE existente en el sentido de que,  aceptando la sociedad capitalista como la única existente (lo que no deja de ser realista), evaluamos la PE en relación con la posibilidad de que promueva una mejor situación para las clases populares dentro del capitalismo, en una especie de ‘teoría socialdemócrata de la política económica’. Pero no se estará diseñando ni evaluando una PE marxista –que no existe- sino valorando una PE capitalista mejor o peor para las clases populares dentro de lo que se puede hacer en el capitalismo

¿Quiere esto decir que con las medidas de política económica  capitalista no se podrá nunca cambiar este sistema hacia un sistema alternativo? Sin duda es una pregunta de mucho alcance y larga trayectoria –socialdemocracia o revolución- y posiblemente la respuesta depende más de la línea ideológica que se adopte que de aspectos más técnicos,  pero parece  extremadamente difícil que las medidas diseñadas para el capitalismo, por progresistas que sean , consigan  convertir una sociedad capitalista en una sociedad genuinamente  no capitalista si simultáneamente no se producen otros muchos cambios de alcance  en la estructura económica y social.

Entonces, a su vez, ¿quiere esto decir que la única esperanza de un cambio fundamental de sociedad radica en la revolución? Y esto nos introduce de lleno en otro debate todavía más profundo sobre lo que puede ser una revolución en el siglo XXI.  ¿Habrán de ser las revoluciones del futuro estallidos sociales intensos y violentos como en el pasado?  He aquí un debate de tal calibre que no es este el lugar siquiera para proponerlo. Pero no puedo dejar de mencionar que el cambio necesario en la organización social y las formas de vida alternativas para una sociedad justa y participativa entre  iguales posiblemente puedan  avanzar en formas diversas de las que se han intentado hasta ahora. Incluso desde finales del siglo pasado están siendo estudiados con renovado interés los ‘Apuntes etnológicos de K. Marx’[9]  en los que parece que este autor, hacia el final de su vida, como lo muestra sobre todo  su epistolario con Vera Zasulic,  estaba muy interesado por las formas de organización de las comunidades campesinas basadas en actividades colectivas cuyo fin social no era en primera línea la acumulación de propiedad privada, como posibles  rasgos de orientación para el futuro[10] .

Corresponde a las generaciones del porvenir  inventar formas distintas de organizar su sociedad y parece posible considerar que estas  nuevas formas de organización social iniciadas por los grupos y clases populares, de abajo hacia arriba, puedan ser tan útiles como otras formas tradicionales ensayadas sin demasiado éxito en el pasado. Parecen ideas ingenuas, incapaces de captar la enormidad de la potencia del sistema actual pero, a pesar de su innegable debilidad actual,  se están iniciando y desarrollando en el  mundo entero, incluso por grupos muy pequeños,  que se resisten a continuar viviendo en el absurdo de las sociedades capitalistas, formas alternativas de vida que, si se desarrollan y amplían,  con gran tenacidad y en un plazo largo, pudieran llevar en sí el germen de la destrucción del capitalismo y simultáneamente, la construcción de sociedades alternativas.  Quizá debiera ser la potenciación de estas tendencias el objetivo de las medidas de política económica del futuro,  proyectadas hacia una sociedad justa, participada y satisfactoria para todos.

 

Miren Etxezarreta

Noviembre 2018

[1] Agradezco a Aurelia Mañé y Carles Soriano su ayuda para la redacción de este breve artículo

[2] En un sentido amplio como administraciones públicas en sus diversas expresiones y niveles

[3] Según la definición de la versión catalana de Wikipedia, ‘La política económica es el conjunto de estrategias y acciones que formulan los gobiernos y en general el Estado para conducir e influir sobre la economía de los países.  Esta estrategia está constituida por el conjunto de medidas, leyes, regulaciones, subsidiosimpuestos  que alteren los incentivos económicos para obtener unas finalidades o resultados económicos específicos. La política económica comprende también la ciencia económica encargada del estudio de esta rama de la actividad estatal. https://ca.wikipedia.org/wiki/Pol%C3%ADtica_econ%C3%B2mica#cite_note-11]

En general, la intervención del Estado se puede ejercer de muchas formas, pero fundamentalmente  tiene el propósito de modificar el comportamiento  de los sujetos económicos a través de incentivos, estímulos, beneficios tributarios, etc., o de prohibir o limitar las acciones de estos sujetos. La Política económica comprende las acciones y decisiones que las autoridades de cada país toman dentro del ámbito de la economía. A través de su intervención se pretende controlar la economía del país para proporcionar estabilidad y crecimiento económico, estableciendo las directrices para su buen funcionamiento.

A medida que un gobierno va estableciendo una determinada política económica, se encarga del control de diferentes factores económicos importantes en la vida del país, como los presupuestos del estado o el mercado laboral. Por así decirlo, el Estado conduce la economía de su territorio con las herramientas de la política económica. http://economipedia.com/definiciones/politica-economica.html.

Las políticas económicas son las herramientas de intervención del Estado en la economía para alcanzar unos objetivos, que como veremos más adelante son, fundamentalmente, el crecimiento económico, la estabilidad de los precios y el pleno empleo. De esta forma, los gobiernos tratan de favorecer la buena marcha de la economía a través de variables como el PIB, el IPC o las tasas de empleo, ocupación y paro. Por tanto, estas intervenciones del sector público sobre la economía se denominan políticas económicas. https://www.elblogsalmon.com/conceptos-de-economia/que-son-las-politicas-economicas

 

[4] . (Francesco Forte., 1975. Manuale di Política económica. Ed. Einaudi)

[5] B. Guerrien. , 2002. Dictionnaire d´Analyse économique. Collection Reperes

[6] Buscar una cita mejor, pero si no la encuentro: ‘En primer lugar es un partido de clase, y de una clase que no es la mía. Si yo he de defender intereses parciales defenderé los míos. Cuando llegue la lucha de clases como tal, mi patriotismo local y mi patriotismo personal estarán con mis afines. Yo puedo estar influido por lo que estimo que es justicia y buen sentido, pero la lucha de clases me encontrara del lado de la burguesía educada’, (J.M. Keynes, extraido de su conferencia ‘Soy un liberal’? Recogida en Ensayos en persuasión. 1925

Pie de página alternativo, pero me parece mejor la anterior: There is nothing in them [modern capitalism] which is seriously incompatible with what seems to me to be the essential characteristic of capitalism, namely the dependence upon an intense appeal to the money-making and money-loving instincts of individuals as the main motive force of the economic machine. (The end of laisser faire. V. https://www.panarchy.org/keynes/laissezfaire.1926.html)

[7] Hay otras carencias que algunos autores atribuyen a lo inacabado de su obra, pues Marx murió cuando todavía tenía proyectados trabajar otros temas.

[8] Harvey,D,. Harvey contra Marx sobre las crisis del capitalismo, parte 3: una réplica, por Andrew Kliman

debate Harvey-Kliman.

Haz clic para acceder a Harvey-Kliman.pdf

 

[9] Lawrence Krader., Apuntes etnológicos de K. Marx., 1988 Ed. Pablo Iglesias, Siglo  XXI.

[10] Según L. Krader resumiendo las posiciones de Marx:  ‘La comunidad primigenia, formada por iguales, es la forma revolucionaria de la sociedad, forma que recibirá un nuevo contenido tras la mutación histórica que ha experimentado la humanidad y  una vez haya sido superada la formación en forma de esclavitud, servidumbre y capitalismo’

El cuento de las pensiones. Érase una vez…

Actualmente las instituciones públicas estatales e internacionales y los entes financieros, bajo la retórica del miedo, envían un mensaje apocalíptico: «cada vez será más difícil pagar las pensiones».
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Esta alarma social ha calado profundamente en la opinión pública, pero los autores de este libro desmontan los mitos -o falacias- que construyen esta «crisis»: argumentos que aseguran la imposibilidad del financiamiento público de las pensiones, que confirman el déficit en el presupuesto de la Seguridad Social…

Los fondos públicos de pensiones constituyen enormes flujos de capitales, cuya privatización es un magnífico negocio para el capital financiero, pero ante todo las pensiones son un derecho ciudadano y se deben financiar como todos los demás gastos colectivos de un país. La «crisis» de las pensiones no es una cuestión de problemas financieros sino de cómo se distribuye la riqueza generada por todos. La «crisis» de las pensiones es una construcción social deliberada, más que cualquier otro cuento.

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Vídeo ETB: «La «crisis» de las pensiones no es una cuestión de problemas financieros sino de cómo se distribuye la riqueza generada por todos. La «crisis» de las pensiones es una construcción social deliberada, más que cualquier otro cuento”

Autores: Miren Etxezarreta y José Iglesias Fernández
Editorial: Icara Editorial. Más Madera
Lugar: Barcelona

Pedidoshttps://www.traficantes.net/libros/el-cuento-de-las-pensiones

Despedida de TAIFA

Despedida de Taifa
Miren Etxezarreta

 

Mi ruta en TAIFA ya ha llegado a su fin y me considero jubilada desde este 1 de julio. Por supuesto que continuaré a disposición de TAIFA si se me requiere y me gustará asistir a algunas sesiones de General pues los debates son muy interesantes, pero personalmente ya no considero que tengo responsabilidad ninguna respecto a las actividades de TAIFA.

Como os podéis figurar espero que TAIFA continúe y, como hasta ahora, sea muy útil a todas las personas y colectivos que quieran transformar esta sociedad en otra más justa y armónica.

Salud y alegría. Miren

Barcelona, 30 de junio de 2018

«Les institucions són fetes per a mantenir el sistema capitalista, i el Tribunal Suprem també»

Entrevista de Vilaweb a la catedràtica d’economia Miren Etxezarreta per a parlar sobre les connexions entre estat i poder econòmic

Miren Etxezarreta (Ordizia, 1936) és una veu que cal escoltar amb atenció perquè et sacseja la ment. Amb un fil de veu pausat, tranquil, sap remarcar quan llança avisos. Cofundadora del Seminari Taifa, aquesta catedràtica d’economia nascuda al País Basc però instal·lada a Barcelona de fa quaranta anys, sempre ha estat vinculada als moviments socials. Els seus estudis s’han centrat en la concentració del capital i el desequilibri social. Per això és tan crítica amb el sistema capitalista. Ens hem assegut una estona amb ella perquè ens expliqui quina relació hi ha entre l’estat i els poders econòmics, i també perquè ens indiqui les mancances de la nostra economia i quines sortides polítiques hi veu.

Fa poc que el Suprem espanyol ha decidit de congelar una decisió que obligava els bancs a pagar els imposts. Com ho interpreteu?
—A mi aquesta decisió de frenar la sentència no em sorprèn gens. Crec que si tu tens un esquema de pensament, que crec que és correcte, que saps que en el capitalisme les institucions són muntades sobre els interessos dominants, doncs és completament lògic, encara que sigui absurd i horrible. El Suprem es va equivocar. Pensava que la seva decisió no tindria tanta transcendència. A vegades hi ha esquerdes per on s’escapen les coses. I aquesta vegada se’ls ha escapat. I s’ha vist claríssimament la naturalesa real de les institucions.

Aquesta decisió sembla que ha trencat els esquemes de molta gent. Ja s’havia vist un estat com salvava els bancs, però no s’havia vist que la justícia hi prengués part d’una forma, aparentment, tan evident.
—La gent ha d’entendre que les institucions són fetes per a mantenir el sistema capitalista. I el Tribunal Suprem també. I a vegades se’ls pot notar més o menys. Però, ho repeteixo, perquè no tinc més remei que fer-ho: en el sistema capitalista totes les institucions hi són per a sostenir el sistema, i per a sostenir el sistema cal sostenir els bancs. En el sistema capitalista l’estat té dues funcions principals. L’una, sostenir l’acumulació de capital, i amb aquesta decisió han fet això. I l’altra, legitimar el sistema davant la població, és a dir, convèncer la gent que tot està bé i que és normal que passi això. Aquesta vegada han sostingut l’acumulació d’una manera tan descarada que s’ha notat molt. Ja hi havia molta gent que ho sabia, però els més ingenus i senzills –en el millor sentit de la paraula– ara s’adonen  de la naturalesa real de l’estat.

I qui el controla, l’estat?
—El gran capital. Fonamentalment, capital financer, però no únicament. En aquest cas s’ha vist que qui mana són els bancs. Però, per exemple, tenim el cas d’Alcoa: aquesta empresa, que és a Astúries i Galícia, ha decidit de tancar les fàbriques. Set-cents llocs de feina perduts. Això és la cosa més normal en el capitalisme. El gran capital com més va més global és i va allà on pot obtenir més beneficis. Espanya també té companyies transnacionals molt potents i fan com en alguns altres països. És curiós perquè el mateix nom ho diu: capitalisme. No hi ha camuflatge.

Tot pel capital.
—És clar. Fonamentalment, passa que en les democràcies modernes aquest capital ha de recolzar, en certa manera, en l’acceptació per part de la població, que és qui vota i qui farà veure que tot funciona bé. Aquesta és la funció de legitimació. Llavors, l’estat de vegades ha de fer moviments perquè aquesta funció de legitimació funcioni.

Un exemple.
—Ara proposen d’apujar el salari mínim. Doncs això no és pas per a afavorir el capital, sinó els treballadors. Però és perquè ja havíem arribat a una situació que no se sostenia.

És a dir, dieu que l’estat ha d’anar basculant.
—Exacte. Avui Sánchez ha dit que continuaria venent bombes a l’Aràbia Saudita. Això a qui dóna suport? Al gran capital. Però de retruc també dóna suport als treballadors que viuen d’una fàbrica d’armes, fet que compliria la funció de legitimació. I això mateix passa amb el salari mínim, que costarà diners a les empreses. L’estat bascula, però no és un equilibri, perquè els dos costats no són iguals. I quan l’equilibri fa perillar seriosament la funció d’acumulació, el capital no té manies a trencar l’equilibri. En tenim dos exemples a la vora. La República espanyola. Van creure que podia fer mal al capital i van dir que s’havia d’acabar. I ho van acabar. Una guerra civil i un milió de morts? I què? Xile, un sistema democràtic que molestava. També el van esborrar. Ara mateix, amb l’afer de les bombes, Sánchez justifica que els treballadors perdrien la feina. Escolteu, és una excusa força pobra perquè els treballadors d’Alcoa resulta que no fabriquen bombes i sí que es quedaran sense feina.

Abans parlàveu d’una democràcia moderna. Què hauria de fer en el cas d’una empresa que se’n vol anar?
—En el capitalisme, encara que una democràcia sigui molt moderna, l’acumulació de capital és inevitable. Si no, no seria capitalisme. França, Alemanya… A tots els països l’estat ha de donar suport al capital. Ho pot fer de manera més progressista o no tan progressista. Però si el progressisme va gaire lluny, passarà allò que va passar a Xile. És una doble funció, però que coixeja, perquè l’una pota és molt important i l’altra només serveix per a aguantar la primera.

Coixeja.
—Bé, no coixeja, perquè el capitalisme sap molt bé cap a on va. Va pel camí que els capitals privats sempre tinguin benefici. Però passa que la manera de fer-ho en les democràcies modernes és una mica més flexible. Però no gaire més: pensem una mica en la història recent. Quan s’acaba la Segona Guerra Mundial hi ha un corrent progressista entre la gent. La gent havia lluitat contra el feixisme i volia una societat diferent. Llavors, hi ha un seguit de forces que modelaran el capitalisme perquè no sigui gaire bèstia. Per exemple, Keynes i la socialdemocràcia. Però a mesura que van avançant i les classes treballadores –també hi incloc la classe mitjana– obtenen més poder, el capital resisteix. És quan arriba la crisi del petroli. Per què? Perquè arriba un moment que l’acumulació no és satisfactòria. I si els beneficis no són satisfactoris el capital reacciona. No és una cosa voluntària, sinó que és la mateixa dinàmica del capitalisme. És com una reacció que es produeix de manera cíclica.

La gent té una part de responsabilitat en la impunitat del gran capital?
— En part, indubtablement sí que hi ha una responsabilitat de la gent i l’opinió pública. Però quina capacitat tenim de reaccionar? Fins ara els qui dirigien, d’alguna manera, la reacció de l’opinió pública eren els partits i els sindicats. Ara, des del final de la Segona Guerra Mundial –que no és pas ahir, eh?– els partits socialdemòcrates i sindicats van acceptar que el capitalisme fos la força dominant sempre que no fos gaire dolent. I som aquí. Sobrevivint en un sistema maligne i absurd.

Què pot fer la gent? El 15-M era un camí a seguir?
—Les societats poden reaccionar, i la història ens ensenya que l’ésser humà, col·lectivament ho pot fer. El 15-M crec que va ser una fantàstica eclosió de l’energia reprimida de certes capes socials que es trobaven descol·locades en aquesta societat. I em sembla que va ser com la continuació d’episodis de la mateixa mena que ja han existit, com el Maig del 68. Els moviments socials d’ara són com producte d’un mateix fenomen. Però no solament el Maig del 68. A Itàlia hi va haver el moviment del 69, a Espanya els moviments del 94, quan es van organitzar manifestacions contra el Banc Mundial. És a dir, hi ha hagut permanentment moviments de protesta, però sempre emmarcats en institucions com els partits i els sindicats. Llavors el 15-M va ser com una eclosió que va significar una nova manera de fer coses en el sentit que es perfila l’embrió de canviar l’estructura política i de com fer-la. El 15-M la gent va dir que els sindicats i els partits ja no els servien: allò que deien, no ens representen. Llavors sorgeix la voluntat de fer una nova política. A parer meu, creant-se Podem i partits com la CUP, d’alguna manera el capitalisme ha tingut sort, perquè tot s’ha tornat a reconduir al sistema tradicional, el de partits.

Per què?
—No dubto de la bona voluntat dels qui han muntat Podem, però el moviment del 15-M reclamava sortir dels paràmetres de la política de partits i sindicats. Es va fer un salt i es va muntar una manera de fer política diferent, però en lloc de continuar desenvolupant-la, va ser absorbida per la política tradicional. Crec que els joves han de desenvolupar aquesta nova forma de fer política. No sé quina és, eh?, però s’ha d’inventar. Estic segura que el sistema actual no satisfà la gent. Per això em sembla que ser jove ara mateix és enormement excitant. perquè es pot inventar una nova classe de democràcia.

Però és difícil de sortir dels marges.
—És clar, perquè t’aixafaran, però també t’aixafaran estant en el sistema que ells et demanen. És clar que és difícil. Però creus que va ser fàcil per a Espàrtac? Sens dubte, és dificilíssim perquè el capitalisme cada dia és més potent, però també té esquerdes importants, i és ací on s’ha de treballar.

Una de les esquerdes és el descontentament.
—Sí, i allò que heu dit abans, la voluntat de la gent de fer alguna cosa diferent i de no conformar-se. Hi ha un punt que m’impressiona molt, que és la sensació que no hi ha res a fer. ‘Hi ha una manifestació, no serveix de res’; ‘hi ha una vaga, no serveix de res’… I és veritat. Però tota una dinàmica d’una població cada vegada més formada i més ben informada pot canviar coses. Mireu els ‘iaioflautes’ com han fet moure el govern. I són pocs i tampoc amb una energia desbordant. Aquesta actitud fa més falta entre els qui volen canviar les coses; la sensació que no hi ha res a fer. I sé que és difícil. Però si no ho intentes, què fas? S’ha de lluitar.

Això entronca amb allò que dieu, que el sistema capitalista ha sabut estabilitzar les relacions socials per mitjà de l’assalarització de la societat. Arribeu a la conclusió que el capitalisme és més pacífic que la societat feudal perquè paga un salari a la mà d’obra, i no aconsegueix el seu objectiu amb la pressió, sinó amb un contracte. Dit així, fa por.
—Això ho explica més bé Marx. És clar que fa por, però no fa por no canviar res? Hi estic d’acord, que fa por, però quan tu veus cap a on va aquesta societat si no la canviem, també fa moltíssima por. Cap a on anem? Què passa al món laboral? Què passa al món dels valors? Què li passa a l’estat del benestar? Això també és legitimació. Et venen la legitimació psicològica. Al cap i a la fi, nosaltres no vivim pas tan malament. Llavors m’estimo més continuar com estic que no pas fer un salt al buit. I és clar, això fa por, però si pensem una mica què passa si la situació no canvia, veig moltes diferències entre les possibilitats que vaig tenir jo i les que té el meu fill. O les que tindran els meus néts, que no vull ni pensar-ho perquè m’entristeixo molt.

La CUP, que és anticapitalista, diu que vol la independència per canviar-ho tot. Ho veieu factible?
—Jo crec que no. Simpatitzava molt amb el programa de la CUP, però crec que s’han oblidat de la segona part. Només es fixen en la independència. Però crec que la independència no resoldria absolutament res. Mireu Portugal, o Luxemburg, o molts països petits que hi ha el món. Què són? Capitalistes com tots. I els que diuen que volen la independència per a continuar dins la UE no els entenc de cap manera. I si no que ho demanin als italians.

Què voleu dir?
—Quan les persones, com ara, són molt oprimides, tant econòmicament com psicològicament, cerquen sortides. I llavors hi ha demagogs que els expliquen que els poden donar sortides fàcils i la gent s’hi apunta. En el fons és un problema de classe. En el Brexit va passar això. Les classes que han perdut miren al voltant i com que resulta que l’esquerra no els ofereix res perquè és una esquerra passada per aigua, miren a la dreta i aquests, sense escrúpols, els ofereixen el que sigui. Això també va passar amb Trump, i passarà amb Vox. Però tot això és culpa de l’esquerra, perquè ha desaparegut o s’ha reconvertit en dreta. Sánchez, que diu que és d’esquerres, continuarà venent bombes per guanyar unes eleccions a Andalusia. Que no digui que ho fa per uns llocs de feina.

En vista d’aquest panorama, què us fa tenir esperança?
—Els moviments socials.

No passen pas un bon moment.
—No, no, però observeu que els moviments socials han anat donant lloc a canvis en la societat. Canvis petits, però significatius. I com més va més grups petits hi ha que volen viure d’una manera diferent. Aquí és on crec que hi ha l’esperança. Abans la gent que volia canviar les coses s’apuntava a un partit; ara no, la majoria s’autoorganitza, fent ocupació, cooperativisme, horts urbans… S’ha passat d’un plantejament de seguidisme polític a maneres de viure diferents. Ja no es vol entrar en política per canviar el món, sinó canviar-lo directament. I això ja et menarà a la política, però serà d’una manera molt diferent. Això crec que ens ha de fer reinventar noves formes de democràcia. Sóc més optimista que mai. Jo no les veuré, però passarà.