Miren Etxezarreta

Doctora en economía y economista crítica

Miren Etxezarreta

«Cada grupo de personas debería crear organizaciones para luchar contra lo que no le gusta»

La economista Miren Etxezarreta fue la encargada de inaugurar las intervenciones del Foro «Enciende la Tierra» CajaCanarias 2019, el pasado 21 de marzo. Acompañada por el filósofo eslovaco Slavoj ZiZek, la catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona analizó el contexto actual y el futuro más inmediato en esta charla, que tuvo como título «Pedir lo imposible». En particular, Etxezarreta se preguntó sobre el camino a recorrer si se quiere construir un sistema más justo e igualitario, abordando la diferentes opciones socioeconómicas, tomando como punto de partida el interrogante central del Foro «Enciende la Tierra» CajaCanarias 2019: ¿Llegará el colapso?

¿Caridad o justicia? Sobre los despidos de La Caixa

Artículo publicado en Público, 28 de mayo de 2019

Pasada ya la algarabía de las elecciones, aunque todavía queden muchos rescoldos con la formación de los diversos gobiernos, parece llegado el momento de volver sobre los temas habituales que afectan a la vida cotidiana. Entre ellos me parecen destacables las iniciativas a las que estamos asistiendo acerca de los procesos de racionalizaciónde las plantillas de algunas de las  instituciones financieras más importantes de este país. Sobre todo me voy a referir al despido, ya aceptado,  de 2.023 trabajadores de la Caixa.

Que está transcurriendo con relativa placidez. Es curioso que cuando 700 trabajadores de la industria son despedidos, por ejemplo, generan un intenso malestar social protestas, huelgas, comentarios en los medios, mientras que si un número considerablemente mayor de trabajadores (que lo son, aunque les gusta más denominarse empleados), son cesados desde las entidades financieras no son noticias muy comentadas.

Mientras son abundantes  los comentarios de los dirigentes políticos y sociales sobre la precariedad laboral y sobre la necesidad de eliminar, o por lo menos modificar sustancialmente las leyes de las legislaturas anteriores sobre la reforma laboral, al mismo tiempo que se expresa, incluso por algunas entidades patronales, la preocupación por la desigualdad y la pobreza en nuestra sociedad, y por las instituciones políticas y civiles la necesidad de mejorar la situación respecto a ambos aspectos,  el hecho de establecer fuertes ERES que afectan a miles de trabajadores, a lo más se publican como noticias normales, pero es bastante difícil encontrar algún comentario evaluativo sobre los mismos. Que una empresa financiera como la Caixa, que en 2018 presentó oficialmente unos beneficios de 1.985 millones de euros, con un 17,8% de aumento sobre 2017, decida despedir a más de dos mil trabajadores y cerrar  821 sucursales, parece suponer únicamente una noticia sobre el Plan estratégico de la entidad para 2019-2021. ¿No chirrían bastante estas actitudes?

Los sindicatos implicados han aprobado el acuerdo, con la excepción de CCOO que parece oponerse al mismo, pero sólo porque discrepa de la normativa para la movilidad forzosa. Es verdad que si se lee el acuerdo se puede percibir que los despidos van a suponer indemnizaciones relativamente generosas. Es bastante lógico que los trabajadores las acepten por sus ventajosas condiciones y por el temor a que si no lo hacen así la situación puede ser mucho menos favorable en el próximo futuro. Pero que los sindicatos no piensen en el impacto social que ello supone es difícil de entender.

La potencia económica de estas entidades les permite comprar los despidos. De hecho en las cuentas del segundo trimestre de 2019 ya han hecho un cargo de 890 millones para este programa, que, seguramente serán cargados en las cuentas como gastos normales de explotación que disminuirán el importe a pagar de impuestos. Como, además,  estiman ahorrar 190 millones de euros anualmente con esta actuación, el gasto está plenamente justificado…

Pero estos despidos no son gratis para el resto de la plantilla, aquellos a los que se les permite mantener su empleo: habrá cambios en los horarios de apertura, es decir en los horarios de los trabajadores, una reorganización geográfica de la fuerza laboral, un aumento, – sí, aumento con menos plantilla-, de sucursales modernas (store y business bank) y un aumento de empleados asignados al modelo de servicio remoto  (in touch)… ¿están de acuerdo los que continúan empleados o han de aceptarlo para seguir manteniendo sus empleos?  ¿Creen los sindicatos que es el importe de la indemnización todo lo que cuenta?

¿No importa que las empresas más potentes de este país decidan despedir a parte de su plantilla simplemente porque lo han decidido en su Plan Estratégico? ¿No se puede tener en cuenta que todavía en este país hay más de tres millones y medio de parados, que la mayoría de jóvenes, muchos de ellos con un magnifico nivel de preparación, o están parados o tienen contratos de vergonzosa precariedad? ¿No se tiene en cuenta el efecto demostración que la actuación de estas entidades punteras tiene para otras más modestas? No sólo entre las más modestas: al tiempo que se escriben estas líneas se anuncia un expediente similar en el Banco de Santander, de momento con una propuesta de eliminar más de 3.000 empleos, y para el que pudiera escribirse un comentario muy parecido a este, lo que obviamos por no ser todavía conocida en detalle.  La actuación de la Caixa justifica y normaliza los despidos en empresas con importantes beneficios, sin más razón de existir que la voluntad de la entidad.  Y esto a pesar de que las entidades financieras españolas tienen la proporción de empleados por cada 100.000 habitantes más baja a nivel internacional (solo por encima de Japón).

Toda la supuesta preocupación por la España vaciada ¿cómo se combina con el cierre de 821 sucursales (el 40% de las mismas), muchas de ellas sin duda en las zonas rurales? , probablemente la reforma implica que los clientes habrán de desplazarse más lejos para operar y habrán de realizar más operaciones por sí mismos, eso sí, con fórmulas más modernas que ahorran mano de obra, haciendo la vida más difícil a los más vulnerables (las personas menos familiarizadas con internet y las que viven más lejos de las sucursales).

Despropósitos

Artículo publicado en Público, 8 de febrero de 2019

Despropósitos

No soy independentista y mi posicionamiento político está muy lejos del PSOE, pero me veo obligada a expresar mi intensa preocupación por las reacciones a las propuestas de establecer un relator/mediador, o como se le quiera llamar, realizadas por el gobierno estos últimos días. Argumentando que esta propuesta tiene como objetivo lograr la aprobación de los presupuestos y alargar la permanencia del  Gobierno, rechazan de plano la iniciativa y la presentan como un grave delito del Sr. Sanchez. Me inquieta mucho que los partidos españoles llamados constitucionalistas y algunos barones del PSOE hayan salido en tromba ante un gesto, una mínima señal de que se pueda avanzar algo, aunque sea muy poco, en las negociaciones entre el Gobierno del Estado y el Govern de Catalunya.

Parecía que había un cierto consenso, incluso entre las fuerzas de la derecha, de que el tema de Catalunya sólo se podría resolver mediante negociaciones, por medio del dialogo. Y ahora resulta que el menor gesto de que dichas negociaciones podrían iniciarse, todavía sólo podrían iniciarse,  la derecha responde con una virulencia inesperada y desaforada.

El dialogo y las negociaciones son imprescindibles, con mediador/relator o sin él. Muchos observadores y comentaristas del tema y, posiblemente, la mayoría de la población en Catalunya y en España aceptan esta afirmación. ¿Cuál es la verdadera razón para esta desenfrenada reacción?

Ella  indica que los nacionalistas españoles  no están dispuestos a que cambie absolutamente nada en la organización política del Estado, que su única manera de resolver el llamado ‘tema catalán’ es volviendo a la situación anterior, si es necesario reforzando el artículo 155 de la Constitución. ¿Piensan realmente que es este el camino? ¿Están dispuestos a frenar las negociaciones con Cataluña con tal de no aprobar los presupuestos y que el Sr. Sanchez se vea obligado a convocar inmediatamente unas elecciones?

Las negociaciones son una de las formas más frecuentes y eficientes de resolver los conflictos políticos enquistados. Sería interesante que las derechas de este país revisasen un poco las prácticas  habidas en conflictos mucho más difíciles. Aquellos en que las negociaciones llegaron a buen puerto se resolvieron bien, mientras que los que no lo lograron continúan: África del Sur, con un Mandela al frente, o el IRA en Irlanda, son historias de éxito, incluso en la desaparición de ETA  fueron importantes los mediadores internacionales, mientras que  Palestina e Israel continúan en su cruel y desigual lucha permanente. Hasta Trump pide negociaciones para resolver lo que él considera el problema de Venezuela, por no mencionar la UE que las exige con insistencia.

Todavía es mucho menos comprensible  la reacción de algunos preclaros barones del PSOE, liderados por el ínclito Alfonso Guerra, que de vez en cuando pretende dar muestras de que todavía es importante. La posición de estos barones es escandalosa. ¿No están afiliados a un partido que se considera ‘federal’?  Han exacerbado tanto a sus poblaciones contra Catalunya que ahora no pueden aceptar siquiera que el tema pueda tener una solución que no sea ‘la rendición’ sin condiciones de los independistas catalanes. Poco favor le hacen a su partido, aunque quizá logren ganar algunas  elecciones en sus feudos. Es doloroso percibir como algunos que se autodenominan ‘izquierda’ muestran con tanta claridad sus pequeños intereses personales o locales. No se dan cuenta que con estas posiciones no hacen más que aumentar la distancia entre parte de la población catalana y el resto de España.

Bastantes no independentistas catalanes, nos sentimos interpelados muy negativamente con estas posiciones y nos conducen a preguntarnos ¿están dispuestos a dificultar la solución del tema catalán con tal de intentar impedir que el Gobierno actual continúe en el poder?  ¿Tendrán razón los independistas de que el resto de España no entiende a Cataluña?  Cualquier avance que conduzca a mejorar el clima que permita resolver el problema debiera ser bienvenido y no respondido con tal exacerbamiento y convocando una manifestación que sólo  podrá enconar el tema.

Marx y la política económica

Artículo en la revista Noticias de Política Económica, número 22 (V Aniversario), Universidad de Valencia, diciembre de 2018

La política económica[1].

Son muchas y variadas las definiciones de política económica en la actualidad, pero todas ellas transmiten la idea de que la política económica consiste en la voluntad de incidir en las variables económicas por parte de las instancias políticas dirigentes de una sociedad, en concreto, aunque no exclusivamente, por parte de los Estados[2], Y también comprende la disciplina encargada del estudio de esta rama de la actividad pública[3]. Otras definiciones más académicas, por ejemplo,  la del catedrático italiano F. Forte -consiste en el uso por parte de distintos centros de poder de los medios de acción sobre el proceso económico con el propósito de conseguir fines dotados de valor político[4]-, o el economista francés B. Guerrien  – rama de las teorías económicas que trata de las diversas maneras como el Estado puede intervenir para incidir en la economía[5]-, no cambian sustancialmente el sentido actual de esta disciplina, y la percepción de la misma por los estudiosos  de estas cuestiones  permanece también en la misma línea.

Es difícil, sin embargo, separar la política económica (PE) del resto del pensamiento económico. Prácticamente desde que se encuentra alguna reflexión económica en la historia, aparece unida al afán por afectar a los aspectos económicos de la realidad a la que se refiere. El interés por entender el funcionamiento económico del mundo, y especialmente el de los dirigentes de toda sociedad, reside en el deseo de manejar las variables económicas para lograr los objetivos deseados. Porque casi todo comentarista de los hechos económicos acaba por evaluar estos en relación con unas ideas de lo que sería deseable y, más o menos explícitamente, recomendando líneas de actuación para lograrlo. Casi siempre, partiendo de una percepción de la realidad existente según el analista –el diagnostico-,  se trata  de mejorarla hacia situaciones más favorables –el tratamiento- también según los valores del cronista.    Líneas de actuación que debe implementar generalmente una entidad con poder para ello, sea esta el jefe de la tribu, el faraón, el señor feudal, el soberano o las múltiples instituciones públicas que conforman el Estado moderno. Y esto no cambia con la consolidación de la disciplina de la economía como conocimiento autónomo en los siglos XVII- XVIII, con los que hoy conocemos como los Clásicos.

 

La diferenciación entre  la teoría económica y la política económica se debe más a la  arbitraria separación de cátedras en los estudios de economía y a la consiguiente especialización de sus profesionales que a la sustancia del pensamiento económico.  De hecho, es difícil encontrar un texto de ‘teoría económico’ que no termine con prescripciones de política económica. Aunque se admita por un momento un enfoque más positivo y se considere que la distinción entre la teoría y la política económica sea debida al avance de la disciplina que ha ido exigiendo un tratamiento más profesional y especializado en cada uno de sus aspectos, aun así, la vinculación entre teoría y política sigue siendo muy estrecha y la distinción entre ambas ardua. Creo que durante muchos años el pensamiento económico y las recomendaciones de actuación han estado unidas en el desarrollo de esta disciplina. Cualquier lectura de reflexiones económicas de la antigüedad, así como una somera revisión de los Clásicos, lo confirma.

 

La naturaleza capitalista de la política económica

 

Cuando Keynes, en el siglo XX,  teoriza y racionaliza el papel de las administraciones públicas, lo hace con la voluntad explícita de resolver los graves problemas que planteaban las sociedades capitalistas de su época y de evitar que estas se inclinaran hacia el socialismo[6].  Su importante papel como agente promotor/creador de la moderna política económica está anclado en hacer viable el mantenimiento del sistema, de modo que la política económica en nuestra época – tanto en el corto como en el largo plazo- se interpreta como una parte de la disciplina y el pensamiento económico desde las sociedades capitalistas,  orientada a mantener, desarrollar y, según qué criterios, mejorar estas sociedades. Se hace explícita, se reconoce y se eleva a nivel académico una práctica que viene de antiguo. Gradualmente se desarrollaron unos cánones  específicos para evaluar la evolución de estas sociedades en el corto plazo –crecimiento, equilibrio externo, precios estables, distribución de rentas –, y otros para evaluar las pautas a plazo más largo – producción, productividad, competitividad, innovación, desarrollo tecnológico  y otros- que permitían calibrar el desarrollo de un país como más o menos satisfactorio.  En los años cincuenta y sesenta del siglo XX algunos autores trabajaron mucho en el tema de la política económica  intentando establecer  para ella criterios más objetivos y cuantitativos, formalizando la disciplina, con vistas a planificar el desarrollo  económico – Jan Tinbergen, primer premio Nobel de Economía y la escuela holandesa- desde una óptica socialdemócrata, pero siempre en el marco de sociedades capitalistas.  Y, por lo menos en el mundo occidental, las sociedades denominadas socialistas existentes desde 1917, fueron evaluadas siguiendo los mismos parámetros de las sociedades capitalistas. Como es lógico, en el siglo XXI, a pesar de la potencia del neoliberalismo y su punto fundamental del papel  negativo del Estado en la economía  (nunca realmente llevado a la práctica en su integridad y en la práctica  reinvertido totalmente con la crisis de 2007) las premisas de evaluación de la orientación  de una sociedad  no pueden ser otras que las del capitalismo. La principal referencia de la política económica consiste en evaluar la trayectoria de las sociedades en el marco del sistema capitalista, tanto en los modelos socialdemócratas como neoliberales. Por lo que evaluar una PE de una sociedad capitalista, siguiendo el paradigma marxista sólo podrá seguir una línea crítica, pues son distintas las sociedades que se persiguen.

Una minoría heterodoxa

 

Entre la minoría de autores que no han enfocado su análisis a la recomendación de  líneas específicas de actuación, se encuentra precisamente Carlos Marx. Porque su interés no estaba en absoluto dirigido a mejorar en su misma esencia (en términos positivos) la sociedad cuya evolución  pretendía desvelar,  sino que su objetivo era descubrir las leyes que dirigían su desarrollo. Y, en su análisis, llegaba a la conclusión que esta sociedad caminaba inexorablemente a su destrucción. No sólo esto, sino que lo que percibía en ella era tan negativo que llegaba a considerar positivo su derribo, como  preludio del comienzo de una nueva era de sociedades totalmente diferentes.

 

Por ello no se pueden encontrar  en Marx aspectos de política económica para las sociedades existentes como recomendaciones positivas. No sólo no tenía ninguna disposición para regenerar las sociedades capitalistas que estudiaba, sino que de su análisis se desprendía que era imposible una mejora permanente de las mismas. Su interés residía en desvelar las leyes de evolución de las sociedades capitalistas y en su análisis se descubría que estas  caminaban inevitablemente a su desaparición.

 

Marx preveía y aspiraba al establecimiento de sociedades no capitalistas. Aun así  escribió muy poco acerca de cómo habría de ser tal sociedad futura. Su planteamiento se limitaba a las grandes líneas: basada en ‘una sociedad de productores asociados’, también consideraba que habría de ser una sociedad ‘de cada uno según su trabajo a cada uno según su necesidad’, y para llegar a ello  planteaba ‘la dictadura del proletariado’  con un Estado fuerte, aunque preveía que el Estado desaparecería a largo plazo. Ideas centradas en aspectos muy generales y que requerían grandes cambios del sistema político y social más que líneas  concretas de actuación económica. Además, si pensaba que las sociedades del futuro deberían estar reguladas participativamente por sus habitantes habrían de ser ellos quienes establecieran las normas según las necesidades y deseos de cada momento y no ser dictadas en detalle por algún sumo sacerdote por ilustrado que fuera.   A pesar del peso de los análisis económicos en su obra, Marx era más un filósofo y un político social de la  época de los Clásicos y no un economista  ‘práctico’ de las escuelas posteriores.

No obstante, de su trabajo se deduce que las sociedades distintas que planteaba no estarían basadas en la propiedad privada, ni operando bajo la égida de los mercados capitalistas sino reguladas por los ‘productores asociados, libres e iguales’,  acorde a las necesidades y deseos de la población, con una distribución de la riqueza social no vinculada directamente al trabajo realizado. Igualitarias, participativas. Lo que implicaría orientaciones radicalmente distintas a las que hoy conocemos como medidas de política económica.

Por tanto, la política económica necesaria para construir nuevas sociedades socialistas y, sobre todo comunistas, en el sentido de Marx, se parecería muy poco a la del capitalismo. Desgraciadamente las experiencias reales que han intentado construir el socialismo no han podido, se han visto obligadas,  o no han querido, transitar por las líneas deseadas y, exceptuando el primer periodo tras la revolución de octubre en 1917 en la Unión Soviética, se han dedicado más a lograr el crecimiento y la sobrevivencia  de sus países  que a avanzar hacia una sociedad socialista. Por lo que poco podemos concluir no ya  acerca de la política económica propugnada por Marx, que como acabamos de decir, era muy general y somera, sino también acerca de los intentos reales de construcción del socialismo.

No esperemos que el paradigma marxista nos diga cual habrá de ser la PE de las sociedades no capitalistas. Esta se habrá de ir  diseñando y realizando por los productores libres e iguales a medida que la sociedad avance hacia sociedades justas y armónicas,  participando en la construcción de las sociedades de su época.

De la crítica de la economía política a la política económica

A través de su análisis crítico de la sociedad capitalista, Marx se dedicó  a intentar desvelar las leyes de evolución de la  misma. En relación con esta tarea sí que proporcionó abundante material  para facilitar el análisis de a donde conduce la política económica en el capitalismo. Se pueden destacar algunos puntos importantes de esta crítica:

.el objetivo de la actividad económica: la obtención del beneficio para los propietarios del capital, de los recursos económicos, en lugar del bienestar general. De esto se desprenden todas las demás consideraciones críticas,

. en la sociedad capitalista se perciben dos situaciones distintas de las personas desde el punto de vista económico: aquellas personas que son propietarias del capital, de los recursos que facilitan la producción de la riqueza material –los capitalistas- lo que les permite tomar las decisiones acerca de cómo emplear su riqueza y apropiarse del excedente producido-,  y quienes no tienen riqueza  y su principal medio de sobrevivencia material reside en la venta de su fuerza de trabajo- los trabajadores-. Esto da lugar a una sociedad de clases en que la situación de las personas depende de la clase en que están situadas y su lugar en ella,

. la propiedad privada del capital y su concentración en pocos agentes lleva a que las decisiones económicas y, en muchas ocasiones las sociales y políticas, sean tomadas exclusivamente por los propietarios del capital. Los no propietarios son únicamente agentes pasivos que lo más que pueden hacer es intentar ajustarse a las decisiones tomadas por los primeros, especialmente para la consecución de un empleo que les permita ganarse la vida. La realización de un trabajo según las decisiones de los propietarios de las empresas es todo el margen de que disponen,

. la necesidad de apropiarse de la plusvalía generada por los trabajadores. Lo que lleva a estudiar todo lo respectivo al mercado de trabajo, la jornada de trabajo, los salarios, las condiciones laborales,

. debido a la imprescindible e inevitable necesidad del capitalismo a la expansión, a través del colonialismo y el imperialismo supone la explotación de los países periféricos (o mejor de las clases subordinadas de los países periféricos) a favor de las burguesías de los países centrales (y algunas capas de trabajadores privilegiados) y la  configuración del mundo siguiendo las estructuras capitalistas (actual globalización).

. la economía  capitalista ha facilitado el desarrollo del capital financiero que ha llegado a cotas de magnitud y poder que suponen el control y dominio de la economía global.

. una economía capitalista desarrolla contradicciones importantes que en el tiempo  conducen inevitablemente  a las crisis económicas.

.una economía capitalista irá cambiando su política económica según se lo exijan las condiciones  de su evolución. Por ello, en la actualidad sigue la política económica neoliberal que es la que le permite obtener más y mejor  los beneficios necesarios para su expansión y sobrevivencia.

. la economía capitalista actual supone una gran concentración de la riqueza y la actividad económica en forma de grandes oligopolios globales y cadenas de valor internacionales que permiten concentrar también cada vez más la actividad económica,  los beneficios y las decisiones  en pocas manos. Al mismo tiempo genera una gran desigualdad con el resto de la población y causa la pobreza.

Se acusa mucho a Marx de haber olvidado grandes facetas de lo que constituye la sociedad. Y expandiendo  dichas carencias a todo su sistema se da por inválido su análisis. Pero no debería haber  inconveniente alguno en aceptar este tipo de carencias del enfoque marxista, ni siquiera otras que pueden estar más vinculadas a la lógica de su sistema –el eterno debate sobre la transformación de valores en precios, por ejemplo- por dos razones. Una,  debido a la crisis de 2008, se ha llegado a aceptar que Marx explica mejor que ningún otro análisis alternativo la dinámica de los aspectos fundamentales del  sistema capitalista desde su origen a la actualidad, aunque no trate de todo el universo al que este afecta; y dos, porque siendo una persona de su tiempo, estaba sujeto a la percepción de la sociedad de su época , y estaba preocupado sólo por unas relaciones específicas –el sistema de producción del capital-, pero sin dotes visionarias ni, probablemente, interés por el desarrollo de otros aspectos[7].

Como señala Harvey:’ El [Marx] examinó cómo funciona el capital en lo que él consideraba su estado “puro”. El hecho de que Marx excluyera tanto en su obra magna no debe entenderse como que para él la relación con la naturaleza, las particularidades de los arreglos en la distribución y el mercado o las singularidades de la elección humana fueran características irrelevantes o siquiera mínimas de un sistema social. Sus trabajos históricos y políticos sugieren exactamente lo contrario. Pero el escenario teórico que él escogió explorar en El capital, y que engloba su teoría de la tasa de ganancia descendente, está más restringida’[8].

 

Es verdad que faltan cosas importantes en el enfoque marxista, pero ello no elimina la potencialidad de su metodología para analizar incluso aspectos  no considerados plenamente  por Marx, dado que al tratar de los elementos fundamentales de la dinámica del sistema hace posible utilizarlo  para estudiar otros aspectos distintos del mismo sistema. Como lo prueban los muchos autores que han ampliado  el marxismo en aspectos someramente tratados por Marx, que han completado el paradigma marxista. Por ejemplo:

 

. el tema del imperialismo, colonialismo y globalización, tratado por Lenin, Rosa Luxemburg, Hilferding y actualmente por autores como Samir Amin y muchos otros.

 

. del tratamiento de Marx de la naturaleza se pueden deducir las líneas fundamentales de la expropiación de la naturaleza, como lo han demostrado autores como Sacristan, Foladori, John B. Foster y otros muchos.

. partiendo del paradigma marxista se puede desarrollar una explicación completa que analice la situación y el papel de la mujer en el sistema capitalista, como lo hicieron Kolontai y  Zetnik en los albores del marxismo y una multitud de autoras en la actualidad.

.del tratamiento de Marx de la acumulación primitiva se ha derivado lo que hoy se denomina ‘la desposesión’  desarrollada principalmente por Harvey

. y otros autores que han desarrollado otros temas y seguramente otros más que aparecerán en el futuro.

Partiendo de estas y algunas otras características  del capitalismo se perciben las grandes líneas de evolución del sistema capitalista y hacia donde pretenden dirigirlo y es posible evaluar su política económica y sus consecuencias. La capacidad crítica del marxismo es fundamental para entender la sociedad capitalista y, en particular, la sociedad capitalista actual y las principales líneas de su probable evolución. Por ello tendría que ser parte principal de la enseñanza de la Economía en todos los medios donde esta tiene lugar.

 

Es en este ámbito donde el marxismo presenta una amplia y muy rica gama de posibilidades de realizar la crítica de la política económica como instrumentos conducentes a un tipo de sociedad específico y con consecuencias distintas según la clase social a la que se pertenezca. El marxismo es un potente instrumento para entender las orientaciones profundas de las medidas de política económica en el capitalismo y sus consecuencias, es útil para hacer una crítica de cómo la PE va dirigida a lograr los objetivos del capital,  pero no es un instrumento dedicado a marcar las líneas a seguir en el desarrollo de una economía no capitalista.

La política económica no es neutral

Hay que tener en cuenta que en cualquier apreciación de la PE quedarán patentes los distintos enfoques con que se contempla la realidad económica y los juicios de valor que rigen su evaluación.  Ya se ha señalado que las  diversas variantes de la política económica actual corresponden a las necesidades de gestión de las sociedades capitalistas.  Mientras que para la disciplina económica convencional una medida específica puede conducir a desarrollar unos aspectos que unos valores juzguen positivos,  pueden  ser negativos para otros. Por ejemplo, medidas que lleven a  intensificar el ritmo de trabajo y por tanto a aumentar la productividad del trabajador, y a valorarlas como muy positivas desde el punto de vista de la empresa y el crecimiento económico,  es muy posible que en una valoración crítica tales medidas  conduzcan  a incrementar el ritmo de trabajo y la explotación siendo, por tanto,   valoradas como instrumentos negativos  para el bienestar del trabajador ,  con un juicio (de valor) muy distinto del que surge de una consideración de la economía convencional.

Sin embargo, respecto a la política económica en los ambientes profesionales, con frecuencia se considera que determinadas medidas conducirán a unos resultados específicos, por lo que se puede hacer una evaluación ‘técnica’, algunos dirán que ‘profesional’ de la PE, independientemente de cual  sea el paradigma analítico del que se parte. Pero no es así y tal enfoque es erróneo. Por una parte, es bien sabido que existen múltiples interpretaciones ‘técnicas’ de las relaciones entre las variables económicas dentro de la propia economía convencional  – no son los mismos los resultados esperados de la política monetaria o fiscal para el esquema keynesiano o para el neoclásico- , pero, más importante para nuestro objetivo en este breve artículo, distan mucho de ser los mismos los valores que marcan una determinada evaluación  de la política económica según el modelo de sociedad que se persigue y el paradigma base del análisis. En una sociedad capitalista los objetivos, los instrumentos, la valoración del impacto de los mismos, son percibidos, diseñados y evaluados según dicho marco. Si se pretenden evaluar dichas prácticas según los objetivos de una sociedad distinta,  que tienda a los valores socialistas, comunistas o comunales, muy probablemente el diseño y orientación de la política económica tiene que ser  radicalmente diferentes.

Lo que pasa a veces  es que los economistas de esta sociedad, hacemos una revisión de la PE existente en el sentido de que,  aceptando la sociedad capitalista como la única existente (lo que no deja de ser realista), evaluamos la PE en relación con la posibilidad de que promueva una mejor situación para las clases populares dentro del capitalismo, en una especie de ‘teoría socialdemócrata de la política económica’. Pero no se estará diseñando ni evaluando una PE marxista –que no existe- sino valorando una PE capitalista mejor o peor para las clases populares dentro de lo que se puede hacer en el capitalismo

¿Quiere esto decir que con las medidas de política económica  capitalista no se podrá nunca cambiar este sistema hacia un sistema alternativo? Sin duda es una pregunta de mucho alcance y larga trayectoria –socialdemocracia o revolución- y posiblemente la respuesta depende más de la línea ideológica que se adopte que de aspectos más técnicos,  pero parece  extremadamente difícil que las medidas diseñadas para el capitalismo, por progresistas que sean , consigan  convertir una sociedad capitalista en una sociedad genuinamente  no capitalista si simultáneamente no se producen otros muchos cambios de alcance  en la estructura económica y social.

Entonces, a su vez, ¿quiere esto decir que la única esperanza de un cambio fundamental de sociedad radica en la revolución? Y esto nos introduce de lleno en otro debate todavía más profundo sobre lo que puede ser una revolución en el siglo XXI.  ¿Habrán de ser las revoluciones del futuro estallidos sociales intensos y violentos como en el pasado?  He aquí un debate de tal calibre que no es este el lugar siquiera para proponerlo. Pero no puedo dejar de mencionar que el cambio necesario en la organización social y las formas de vida alternativas para una sociedad justa y participativa entre  iguales posiblemente puedan  avanzar en formas diversas de las que se han intentado hasta ahora. Incluso desde finales del siglo pasado están siendo estudiados con renovado interés los ‘Apuntes etnológicos de K. Marx’[9]  en los que parece que este autor, hacia el final de su vida, como lo muestra sobre todo  su epistolario con Vera Zasulic,  estaba muy interesado por las formas de organización de las comunidades campesinas basadas en actividades colectivas cuyo fin social no era en primera línea la acumulación de propiedad privada, como posibles  rasgos de orientación para el futuro[10] .

Corresponde a las generaciones del porvenir  inventar formas distintas de organizar su sociedad y parece posible considerar que estas  nuevas formas de organización social iniciadas por los grupos y clases populares, de abajo hacia arriba, puedan ser tan útiles como otras formas tradicionales ensayadas sin demasiado éxito en el pasado. Parecen ideas ingenuas, incapaces de captar la enormidad de la potencia del sistema actual pero, a pesar de su innegable debilidad actual,  se están iniciando y desarrollando en el  mundo entero, incluso por grupos muy pequeños,  que se resisten a continuar viviendo en el absurdo de las sociedades capitalistas, formas alternativas de vida que, si se desarrollan y amplían,  con gran tenacidad y en un plazo largo, pudieran llevar en sí el germen de la destrucción del capitalismo y simultáneamente, la construcción de sociedades alternativas.  Quizá debiera ser la potenciación de estas tendencias el objetivo de las medidas de política económica del futuro,  proyectadas hacia una sociedad justa, participada y satisfactoria para todos.

 

Miren Etxezarreta

Noviembre 2018

[1] Agradezco a Aurelia Mañé y Carles Soriano su ayuda para la redacción de este breve artículo

[2] En un sentido amplio como administraciones públicas en sus diversas expresiones y niveles

[3] Según la definición de la versión catalana de Wikipedia, ‘La política económica es el conjunto de estrategias y acciones que formulan los gobiernos y en general el Estado para conducir e influir sobre la economía de los países.  Esta estrategia está constituida por el conjunto de medidas, leyes, regulaciones, subsidiosimpuestos  que alteren los incentivos económicos para obtener unas finalidades o resultados económicos específicos. La política económica comprende también la ciencia económica encargada del estudio de esta rama de la actividad estatal. https://ca.wikipedia.org/wiki/Pol%C3%ADtica_econ%C3%B2mica#cite_note-11]

En general, la intervención del Estado se puede ejercer de muchas formas, pero fundamentalmente  tiene el propósito de modificar el comportamiento  de los sujetos económicos a través de incentivos, estímulos, beneficios tributarios, etc., o de prohibir o limitar las acciones de estos sujetos. La Política económica comprende las acciones y decisiones que las autoridades de cada país toman dentro del ámbito de la economía. A través de su intervención se pretende controlar la economía del país para proporcionar estabilidad y crecimiento económico, estableciendo las directrices para su buen funcionamiento.

A medida que un gobierno va estableciendo una determinada política económica, se encarga del control de diferentes factores económicos importantes en la vida del país, como los presupuestos del estado o el mercado laboral. Por así decirlo, el Estado conduce la economía de su territorio con las herramientas de la política económica. http://economipedia.com/definiciones/politica-economica.html.

Las políticas económicas son las herramientas de intervención del Estado en la economía para alcanzar unos objetivos, que como veremos más adelante son, fundamentalmente, el crecimiento económico, la estabilidad de los precios y el pleno empleo. De esta forma, los gobiernos tratan de favorecer la buena marcha de la economía a través de variables como el PIB, el IPC o las tasas de empleo, ocupación y paro. Por tanto, estas intervenciones del sector público sobre la economía se denominan políticas económicas. https://www.elblogsalmon.com/conceptos-de-economia/que-son-las-politicas-economicas

 

[4] . (Francesco Forte., 1975. Manuale di Política económica. Ed. Einaudi)

[5] B. Guerrien. , 2002. Dictionnaire d´Analyse économique. Collection Reperes

[6] Buscar una cita mejor, pero si no la encuentro: ‘En primer lugar es un partido de clase, y de una clase que no es la mía. Si yo he de defender intereses parciales defenderé los míos. Cuando llegue la lucha de clases como tal, mi patriotismo local y mi patriotismo personal estarán con mis afines. Yo puedo estar influido por lo que estimo que es justicia y buen sentido, pero la lucha de clases me encontrara del lado de la burguesía educada’, (J.M. Keynes, extraido de su conferencia ‘Soy un liberal’? Recogida en Ensayos en persuasión. 1925

Pie de página alternativo, pero me parece mejor la anterior: There is nothing in them [modern capitalism] which is seriously incompatible with what seems to me to be the essential characteristic of capitalism, namely the dependence upon an intense appeal to the money-making and money-loving instincts of individuals as the main motive force of the economic machine. (The end of laisser faire. V. https://www.panarchy.org/keynes/laissezfaire.1926.html)

[7] Hay otras carencias que algunos autores atribuyen a lo inacabado de su obra, pues Marx murió cuando todavía tenía proyectados trabajar otros temas.

[8] Harvey,D,. Harvey contra Marx sobre las crisis del capitalismo, parte 3: una réplica, por Andrew Kliman

debate Harvey-Kliman.

Haz clic para acceder a Harvey-Kliman.pdf

 

[9] Lawrence Krader., Apuntes etnológicos de K. Marx., 1988 Ed. Pablo Iglesias, Siglo  XXI.

[10] Según L. Krader resumiendo las posiciones de Marx:  ‘La comunidad primigenia, formada por iguales, es la forma revolucionaria de la sociedad, forma que recibirá un nuevo contenido tras la mutación histórica que ha experimentado la humanidad y  una vez haya sido superada la formación en forma de esclavitud, servidumbre y capitalismo’